Sarah abre los ojos de golpe e inmediatamente intenta calmarse, ya que está sentada en un banco del centro de París, con una mujer medio muerta al lado y un ataque de pánico no sería lo más adecuado en su situación.
Antes de que los sentimientos se apoderen de ella intenta pensar con objetividad. Lo primero que debe hacer es llevar a Dianne a su casa ya que no sabe cuanto tiempo ha estado en trance y esta podrá despertar de un momento a otro.
Apresuradamente ayuda a Rue-Dianne a levantarse del banco y se dirigen las dos corriendo hacia la casa de Dianne, que menos mal no está muy lejos de allí.
Una vez Sarah ha dejado a Dianne en su casa una oleada de sentimientos se libera en su interior, pero antes de dejarse llevar por ellos necesita tiempo para pensar por lo que decide llamara Kesh.
- ¿Sarah?- se oye la aterciopelada voz de Kesh a través del auricular. Una oleada de sentimientos invaden el cuerpo de Sarah, pero esta logra reprimirlos en su interior- ¿Sarah?
- Sí, soy yo- dice lo más natural posible, sorprendida de que su voz no ha dejado pasar ni un ápice lo que siente.
- ¿Qué pasa algún problema?
- No, no. Al contrario, todo va bien. Verás acabo de dejar a Dianne en casa y estoy al lado de un restaurante que huele de maravilla por lo que me preguntaba si no te importaba que comiese aquí, ya que en el otro no hemos podido comer- dice Sarah, aún sorprendida de la falsedad de su voz. Conociendo a Kesh tras la visita de Keyla seguro que tiene varias cosas en las que meditar, por lo que seguro que no tiene ningún problema en dejar a Sarah ir a ese restaurante.
- Claro, como tú quieras. De todas maneras tengo que hacer un par de cosas.
- Claro, bueno nos vemos luego, adiós.
- Adiós, te quiero.
- Y una mierda- dice Sarah dejándose caer en el portal de un edificio, abatida, una vez que se ha cortado la línea-.
Dos tristes y solitarias lágrimas ruedan por sus mejillas, como Kesh bien había dicho, ella tenía demasiado Poder para ponerse a llorar como una posesa por haber perdido al amor de su vida. Dolía, sí. Dolía tanto, era como si una parte de su alma hubiese sido arrancada de cuajo, aquella parte que compartía con Kesh.
Sarah ya se imaginaba algo al respecto, por algunos de los actos de Kesh, por su intuición. Pero nunca se lo había tomado del todo en serio.
Era inútil llorar ahora, las lágrimas no se iban a llevar consigo todo el dolor, la traición, el odio, la ira, que siente ahora mismo. Por lo que se limita a cerrar los ojos con fuerza y apretar los puños para no cometer ninguna imprudencia.
Sarah está más de una hora sentada, pensando, sopesando unas alternativas, descartando otras. Hasta que al final se levanta, decidida, camino al apartamento de ese traidor.
La puerta del apartamento está abierta. Sarah se arma de valor y pone una falsa sonrisa en su rostro.
- Hola- dice al entrar-.
- Hola- le responde Kesh, que sale de la habitación- ¿Qué tal has comido?
- Bien, aunque han tardado mucho en servirme… ¿Y tú que tal?¿Qué has estado haciendo, y Krystal?- pregunta Sarah intrigada para ver la mentira que le dice Kesh-
- Yo bien, Krystal está en su casa ya, y no he estado haciendo nada importante.
No, hablar con Keyla de a ver quién mata a quién no es nada importante- Se dice Sarah-.
- Sabes, he pensado en quedarme más tiempo contigo aquí en París, ¿Qué te parece?
Kesh sonríe, y Sarah le devuelve la sonrisa, deseando que esta no le salga amarga.
- Claro- dice Kesh acercándosele y tomándola por la cintura- puedes quedarte el tiempo que quieras. ¿Pero por qué preguntas eso ahora?
- Porque- dice Sarah apartándose de él de la manera menos brusca y sospechosa posible- he traído muy poca ropa y muy pocas cosas y me gustaría que me llevases a casa a que coja más cosas.
Kesh se queda meditando la respuesta.
- Vale, yo te llevo, pero no te voy a acompañar.
Sarah finge una cara de fastidio, pero sonríe interiormente.
- ¿Y eso?- dice con una fingida voz apenada-.
- No me apetece dejar la casa sola con Keyla por aquí merodeando, y no creo que a tu amigo Criss le haga mucha gracia verme por allí.
- Ah, bueno, no te voy a convencer, eso lo tengo claro, eres cabezota como tú solo, pero bueno. Le diré a Shey que me traiga de vuelta y ya está, estaré aquí en unas pocas horas.
- Como quieras. Una pregunta- dice Kesh con el ceño fruncido, y a Sarah se le cae el alma a los pies- ¿Por qué tienes la mente cerrada?
Mierda- se dice Sarah, y se inventa una respuesta rápidamente-.
- Pues porque Keyla podría estar por aquí y levantar la barrera mental rápidamente me cuesta mucho por lo que prefiero dejarla ahí de forma permanente, no la noto en absoluto- dice Sarah poniendo énfasis en las últimas palabras, para que Kesh se diera cuenta de que cada vez controlaba mejor su Poder- ¿Qué pasa no te fías de mí?
- No, no es eso. Claro que me fío de ti, es sólo que me parecía extraño. Pero no pasa nada. Bueno, ¿te llevo a tu casa ya?
- Sí por favor.
- Vale, hasta ahora.
- Adiós.
Y con esto último Kesh roza levemente el brazo de Sarah y al instante siguiente se encuentra sólo en la habitación.
skip to main |
skip to sidebar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El secreto de la vida consiste, simplemente, en aceptarla tal y como es.
Maravilloso!(:
ResponderEliminarhermosoo!!! =D
ResponderEliminarSilvia, jajaj. Siento mucho no haber dado señales de vida xD. En realidad llegué el sábado por la tarde y me he dado un fin de semana sabático (no he hecho ni un pijo). Bueno, quiero quedar contigo, puedes esta tarde??
ResponderEliminarTe quiero!