Kesh no se ha movido del sitio, solo que ahora tiene la guitarra eléctrica en la mano.
-¿La sabes tocar?- Dice Sarah, sentándose a su lado y dejando la maleta en el suelo-.
-Que va. Estaba viéndola- Dice sonriendo-¿Lista?- dice levantándose y tomando a Sarah por la cintura-.
-Espera…- dice separándose un poco de Kesh- pensaba que iríamos a París como los demás humanos, avión, tren… pero, ¿treletransporte?
Kesh frunce levemente el ceño y sonríe.
- Claro, ¿no has oído lo de la crisis?- dice riéndose- relájate, anda. Lo único que debes hacer es no soltar mi mano. No te preocupes del resto.
Sarah titubea un poco pero al final accede a la propuesta de Kesh y coge su maleta.
-Vale, pero lo que sea que sea rápido.
-Ni te vas a enterar- dice Kesh cogiendo la guitarra y el altavoz. Coge con la otra mano la mano de Sarah y dice en voz alta y clara las palabras del hechizo de teletransporte-.
Ambos sienten como desaparecen del parque y quedan un momento flotando en la nada, después sienten de nuevo tierra firme bajo sus pies.
Sarah abre los ojos, lentamente. Se encuentra en medio de un salón, no es muy grande, pero parece acogedor.
Las paredes están pintadas de blanco, excepto una, que es roja. En la pared roja hay colgada una tele de plasma de un tamaño considerable, y al lado hay dos estanterías negras repletas de libros y CDs. Enfrente de la tele hay un gran sofá rojo bajo una alfombra blanca. Una pequeña bancada separa el salón de la cocina, que es pequeña y moderna.
-¿Ésta es tu casa?- le pregunta Sarah, con los ojos abiertos como platos- ¿Cómo has pagado todo esto?
Kesh esboza una de sus medias sonrisas y se acerca a Sarah.
-No quieras saberlo, créeme- dice tomándola por la cintura-. Pero relájate, no he hecho daño a nadie-.
-Eso está bien- dice Sarah, dándole a Kesh un suave beso en los labios- pero espero que me lo cuentes algún día.
-Descuida- dice Kesh-.
Kesh comienza a besar a Sarah, cada vez más apasionadamente. Coge a Sarah y la sienta enzima de él en el sofá, entre jadeos y besos, Sarah logra quitarle la camiseta a Kesh y la hecha a un lado. Los dos están tumbados un el sofá cuando escuchan abrirse la ventana del salón que da a un pequeño balcón.
Kesh se levante de encima de Sarah con un salto y una agilidad sorprendentes. Sarah se incorpora, arreglando su camiseta. Pero al alzar la vista se queda confusa al ver ante la gran ventana a una chica.
Ella no es muy grande, una cabeza por debajo de Sarah y delgada. Su pelo rojizo está lleno de tirabuzones que llegan hasta su cintura. Sus ojos son azules, fríos. Amenazadores pero a la vez inocentes. Calculadores y observadores, pero a la vez distantes. Unos ojos azules preciosos, pero a la vez inhumanos. Dos pequeñas puntas sobresalían de su pelo, dejando ver a las claras que la chica tenía las orejas puntiagudas como las hadas.
Su pequeña boca, demasiado roja para su pálida piel, se curvaba en una sonrisa siniestra e inocente a la vez. Lleva puesto un vestido verde, ceñido al pecho por una cinta negra.
- Kesh…- Saluda ella con una voz dulce y turbadora-.
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El secreto de la vida consiste, simplemente, en aceptarla tal y como es.
Me gustaaa:)
ResponderEliminarEspero el próximo capítulo^^
Por cierto, tengo que hacer un cuento de terror para el insti-.-, y me preguntaba si me podrías ayudar más o menos con unas ideas, porque tienes mucha imaginación:)
Cuidatee
Hola! hoy después de cenar como no echaban nada por la tele he impreso el principio de tu historia, y me está gustando! a ver si cojo ritmo y alcanzo esto. jaja
ResponderEliminarun besito.